Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos (EE.UU.), tomó posesión este lunes 20 de enero de 2025 y su discurso estuvo marcado, principalmente, por lo que consideran ellos “hegemonía norteamericana”.

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Trump se enfocará en imponer aranceles a los países “extranjeros” con el objetivo declarado de enriquecer a los ciudadanos estadounidenses, por lo que afirmó creará el ERS (Servicio de Impuestos Externos) y un Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).

Había declarado el mandatario imponer del 60 por ciento a las importaciones chinas, un 25 por ciento a las procedentes de Canadá y México y entre un 10 y un 20 por ciento a productos del resto del mundo, incluida la Unión Europea.

El 47 mandatario de EE.UU. refirió una emergencia en “nuestra” frontera sur. Al declarar que se detendrá de inmediato toda entrada ilegal, iniciará el proceso de deportación de millones de extranjeros y restableceremos nuestra política de “permanecer en México”.

Tergiversando la situación real con los migrantes, Trump enviará soldados “a la frontera sur para defendernos de la invasión”. Por otra parte, con un marcado discurso de odio, el presidente estadounidense firmará una orden ejecutiva para detener lo que los fundamentalistas llaman ideología de género y racial.  

Desconociendo la lucha feminista y de las disidencias sexuales, así como los derechos históricos de las personas negras y la lucha antirracista de Estados Unidos, Donal Trump “proclamó” que solo hay dos géneros: masculino y femenino».

Sin hacer un análisis estructural sobre la droga y sin mencionar las estructuras de poder, mercantilización, y la conformación de los narco estados, Trump refirió que designará a los carteles como organizaciones terroristas extranjeras.

La esencia del imperialismo norteamericano no se esconde con Donald Trump, al contrario, el jefe de Estado precisó que plantaría la bandera estadounidense, “nuestras estrellas y rayas, en el planeta Marte”.

Y agregó que “Estados Unidos se expandirá. Nuestros antepasados atravesaron los océanos, los desiertos, dominamos las vastas montañas, dominamos el espacio, dividimos el átomo. No hay nada que Estados Unidos no pueda hacer”.

De igual manera, su discurso imperialista se refuerza en la idea de que “nada se interpondrá en nuestro camino, somos estadounidenses, el futuro es nuestro y nuestra Edad de Oro acaba de comenzar”.

Reiteró su pretensión de “rebautizar” el Golfo de México como Golfo de Estados Unidos, además de apropiarse del Canal de Panamá.

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